miércoles, 30 de septiembre de 2009

Compartiendo nubarrones


Hoy no tengo nada que decir, solo sé que me agobian las broncas personales, sobre todo en el rubro económico. ¿Qué puede uno hacer cuando nuestro trabajo ya no da para vivir? Muchos, o quizás todos, dirán: pues buscarse otro, venadear otra chamba. Justa respuesta, pero no tan fácil de llevar a la práctica. No por ganas, sino por la falta de venados, por la falta de empleos, por la falta de oportunidades.
La educación de todos los países del mundo, sobre todo de los tercermundistas como el nuestro, además de conocimientos generales, debería enseñar a sus habitantes a sobrevivir en cualquier entorno en que les haya tocado nacer, y en sí, en cualquier entorno en que se desenvuelvan. Porque ¿De que sirve un título universitario si no te da para comer? Es más, a veces no te da ni para mal comer. ¿De que sirve la capacitación continua si no te ayuda más allá del conocimiento adquirido? En ocasiones la desesperación es tanta, que he considerado la posibilidad de probar a que sabe un manual de conocimientos con un poco de sal. Quien sabe, tal vez hasta me agrade el sabor, lo digiera mi cuerpo y consiga sobrevivir comiendo papel impreso, y hasta papel en blanco. El problema son mis seres queridos, quienes dependen de mí; no puedo sujetarlos a una dieta así.
Gracias a Dios que puedo obtener algo de dinero prestado para seguir subsistiendo, sin saber hasta que profundidad cavaré el pozo de mis drogas, o sea de mis deudas, donde cada día me hundo más, y más, y más… y no veo cerca el momento de parar ni la profundidad a la que llegaré. Pero ¿Y la gente que no cuenta con alguna opción salvavidas? Aguas, porque cincuenta millones de mexicanos viviendo en la pobreza, son una cifra alarmante, peligrosa y explosiva.
La economía sigue en declive, y no necesito que alguien me diga que así es o que ya va en ascenso debido a que trabajo en la industria automotriz, principal termómetro de la fiebre causada por la enfermedad que padece nuestro país: economiatitis maligna aguda, consecuencia, en gran medida, de la invasión masiva de unos parásitos sin escrúpulos llamados políticos.

2 comentarios:

  1. Muy de acuerdo con tu post, por mucho que quisiera el trabajo que me pareció justo estaba fuera de mi ciudad y de mi gente. Aproximadamente a 1000km de distancia. Muchas veces, no se nos prepara para seguir por los caminos que quisimos evitar.

    Saludos desde el DeFectuoso. Neeeee...

    ResponderBorrar
  2. Hola Teresa,siempre me alegra mucho que pases por aquí.
    Y sí, desgraciadamente nuestra querida región lagunera también es un desierto en cuanto a oportunidades laborales se refiere, tanto así que, como en tu caso, la mayoría de las veces se tiene que emigrar hacia tierras lejanas de la propia para poder desarrollarse profesional y económicamente. En una ocasión yo ya lo hice, y creo que me encuentro próximo a repetirlo.
    Teresa, admiro mucho a las personas, sobre todo a las mujeres como tú, que dejan su ciudad y se aventuran en busca de mejores opciones de vida, porque no es nada fácil. Te deseo mucha suerte y mucho éxito.
    Un beso y un abrazo.

    ResponderBorrar