jueves, 29 de octubre de 2009

Halloween o Día de Muertos


En innumerables ocasiones he escuchado, de las personas de mayor edad, las quejas sin solución en torno a que en México los niños prefieren disfrazarse de seres que hasta a los adultos nos dan miedo y gustan de salir a pedir dulces, chocolates, golosinas, frutas y todo lo que la gente quiera dar la noche del día último de octubre, en vez de celebrar el dos de noviembre; o sea que para los niños resulta más atractivo Halloween o la noche de brujas que el tradicional Día de Muertos. Y no los culpo, la verdad que hasta para los adultos jóvenes como uno es divertido organizar un buen pachangón con amigos, o familiares, o conocidos, o todos ellos juntos, y ser otro a través de un disfraz, que sirve de licencia para transformarse en monstruo, súper héroe, alienígena o hasta Michael Jackson por una noche; unas buenas bebidas, una buena cena y unos apetecibles postres no pueden faltar.
Ahora, si volteamos a ver nuestras costumbres, el Día de Muertos se me hace también algo muy padre, algo muy bonito, no importa que suene cursi o hasta gay. Todo esto de preparar y montar un altar de muertos para los seres queridos que se nos adelantaron a conocer que hay en el más allá, me parece una buena forma de preservar su memoria y de seguirles demostrando cuanto los queríamos mientras estuvieron con nosotros, cuanto los extrañamos y cuanto los seguimos queriendo. Las comidas que se preparan para este fin y para la persona que, según la tradición, tiene permiso de visitar nuevamente este mundo la noche del Día de Muertos, son exquisitas; esto sin mencionar el Pan de Muerto con chocolate o champurrado, las frutas secas y cristalizadas, las cañas, y por supuesto el buen café con piquete.
Como buen amante de las letras, para estas fechas -y más en las noches frías y oscuras como calabozo medieval- se me antoja leer los relatos de Edgar Allan Poe y H.P. Lovecraft; las novelas de Bram Stoker, Stephen King y Anne Rice; y no puede faltar Pedro Páramo de Juan Rulfo. Para el que aun no haya leído la magnánima novela de Rulfo (lo que es imperdonable), trata de un pueblo habitado por animas, y en sí la novela es narrada por animas, incluso en algunos pasajes las voces, o los murmullos, salen desde el ataúd dentro de la mismísima tumba. Pedro Páramo es una tremenda opción para este Día de Muertos; es más, hasta para pasar a gusto Halloween y terminar de leerla, si no se es un lector rápido, el dos de noviembre, ya que no pasa de cien o ciento diez páginas, pero que páginas. El Gabo cuenta que leyó y releyó Pedro Páramo en una misma noche, y desde entonces se convirtió en admirador de Rulfo.
También en estos días nace en mí la inquietud de escribir cuentos de terror, misterio, horror, cosas espeluznantes, algo que haga florecer el miedo que todos llevamos dentro y que algunos ocultan muy bien, otros no tanto. El riesgo que corro es el de no dormir hasta que concluya mi relato, o sea que tal vez permanezca despierto desde la noche de los disfraces hasta el día del altar.
El séptimo arte tiene muy buenos filmes para que uno no pueda dormir y se nos estremezca todo al oír el más mínimo ruido. Una película muy buena que siempre recuerdo es Los Otros (The Others, 2001), protagonizada por Nicole Kidman, donde ella demuestra que es una excelente actriz. La historia trata de una madre que se va a vivir, junto con sus dos hijos -un niño y una niña-, a un caserón ubicado en la isla de Jersey. A partir de que unos sirvientes llegan al lugar para ofrecer su trabajo, comienzan a ocurrir cosas raras: la niña ve gente extraña que los demás no pueden ver, un piano que hay en una habitación cerrada comienza a tocarse solo, las puertas se abren y se cierran solas, y otros tantos sucesos que ponen la piel de gallina. El final es indescriptible. Otro peliculón que cae como anillo al dedo en estos días es El orfanato (2007), producción cinematográfica española protagonizada por la actriz Belén Rueda en el papel de Laura. Y aunque cuando vi la película todo el tiempo estuve al borde del asiento, con el corazón dando de brincos y los escalofríos nunca cedieron, el final me hizo soltar las de cocodrilo.
Una humilde sugerencia de quien esto escribe: ¿Por qué no celebras ambas fechas, ambos eventos, ambas costumbres? Así te la pasas de reventón tenebroso y macabro en Halloween y recuerdas a los seres queridos que ya no están con nosotros admirando y, porqué no, si quieres hasta montando un colorido y surtido altar de muertos.
Que estos terroríficos días los espantos no falten y, sobre todo, que te diviertas como loco.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El optimismo de un buen escritor


No son pocas las ocasiones en que me he promulgado alérgico a los oradores y a los libros que deifican, sustentan y promueven la superación personal. Algunos autores sobre el tema citan a Ralph Waldo Emerson (1803-1882). Hace unos días, mientras me encontraba navegando en Internet en busca de algunas bibliotecas virtuales, me topé con dos libros de Emerson; la curiosidad me obligó a bajarlos casi en forma mecánica y resulta que ya leí uno de ellos, titulado Confía en ti mismo. En cuanto empecé a recorrer las líneas de la primera página del libro con mi mirada, quedé hechizado con la prosa ensayística de Emerson.
El mazazo no solo fue directo a mi cabeza, sino también directo a mi orgullo, tonto orgullo de buen lector que a veces me ciega sin permitirme descubrir a los buenos escritores que se esconden detrás de algún estereotipo literario bestselleriano, comercial, poco conocido, o de superación personal, como es el caso de este escritor norteamericano.
Los buenos escritores, que digo buenos, los excelentes y entrañables escritores producen obras que el tiempo no degrada; así transcurran años, décadas, siglos o milenios (como ocurre con los griegos) los conceptos, los pensamientos, las tramas, la filosofía y las situaciones solo cambian de época y de paisaje, pero no de valor, parece que fueron escritas el día de ayer.
Emerson destacó como escritor, filósofo, poeta y orador; entre sus amistades estuvieron John Stuart Mill, Thomas Carlyle, Max Müller, Henry David Thoreau y Walt Whitman. Emerson mereció las alabanzas de Friedrich Nietzsche y otros pensadores, y es considerado uno de los primeros ensayistas norteamericanos.
Es inevitable que cada generación piense que tiempos pasados fueron mejores, que nunca hubo una violencia tan cruenta y encarnizada como ahora, que la crisis de dimensiones inabarcables que padecemos en estos días y en todas partes no tuvo igual en el pasado, y que antes era más sencilla y fácil la existencia del hombre. ¿Así habrá sido? No podemos saberlo a ciencia cierta por nosotros mismos, pero podemos darnos una idea por los periódicos, la literatura y otras manifestaciones del arte de tiempos remotos y hasta inmemoriales, y que han llegado a nuestros días, como La Iliada y La Odisea de Homero.
Ralph Waldo Emerson es un escritor optimista que vale la pena leer, más aun en estos días bañados de púrpura y acompañados por una apatía colectiva.
Aquí está un trozo del comienzo de Confía en ti mismo, para que puedan atestiguar el valor, la vigencia y la pulida prosa en los ensayos de Emerson.



Confía en ti mismo
Ralph Waldo Emerson


(fragmento)



No hay grande ni pequeño

para el alma que lo hace todo.

Donde ella llega, todas las cosas están,

y llega a todas partes.

Yo soy dueño de la esfera, de las siete estrellas y del año solar.

De la mano de César y del cerebro de Platón,

del corazón del Señor y del arte de Shakespeare.

Hay una inteligencia común en todos los individuos humanos. Cada hombre es una entrada a esa inteligencia y a cuanto en ella existe. El que es admitido una vez al derecho de razón, se convierte en el dueño de toda la propiedad. Lo que pensó Platón lo puede pensar él. Puede sentir lo que ha sentido un santo: puede entender lo que ha sucedido en cualquier época a cualquier hombre. El que tiene acceso a este espíritu universal, es un partícipe de todo lo que se ha hecho o puede hacerse, pues éste es el único y soberano agente.

En la confianza en sí mismo están comprendidas todas las virtudes.

El hombre debe ser libre, libre y valiente. Libre hasta de la definición de libertad, sin impedimento alguno que no salga su propia Constitución. Valiente, pues: El temor nace siempre de la ignorancia.

Es una vergüenza para él que su tranquilidad en una época peligrosa se derive de la presunción de que, como los niños y las mujeres, pertenece a una clase protegida; o que busque una paz temporal, apartando sus pensamientos de la política o de las cuestiones engorrosas, ocultando su cabeza como el avestruz en los arbustos floridos; atisbando por los microscopios o traduciendo versos, como silba un niño para mantener su valor en la oscuridad. Si hace eso, él peligro sigue siendo un peligro y el temor se hace aún peor. Debe hacerle frente varonilmente. Debe mirarlo a los ojos y escudriñar su naturaleza, reconocer su origen, que no está muy atrás. Así encontrará en sí mismo una completa comprensión de la naturaleza y de la extensión de ese peligro, sabrá por donde tomarlo y en adelante podrá desafiarlo e imponerse a él.

El mundo es de quién puede ver a través de sus apariencias.

La sordera, la completa ceguera, el gran error que observamos existen únicamente gracias a la tolerancia, a tu propia tolerancia. Si te das cuenta de que se trata de una mentira le habrás dado ya un golpe mortal.

viernes, 16 de octubre de 2009

Quieren demandar a Gabriel García Márquez por causa de unas putas tristes


El mundo llama inmorales a los libros que le explican su propia vergüenza.

Oscar Wilde


Para todos aquellos que son, al igual que yo, lectores, seguidores y admiradores de Gabriel García Márquez -conocido como El Gabo entre sus amigos-, seguramente ya leyeron, releyeron, se molestaron y siguen sin entender, la censura que se erigió sobre la novela “Memoria de mis putas tristes” del Novel de Literatura Colombiano, así como también sobre la película que estaba próxima a filmarse basada en esta obra literaria.
Resulta que a Teresa Ulloa Ziaúrriz, directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, le parece que filmar una película sobre este tipo de trama, "representa un riesgo en un país donde la pedofilia y la trata de personas con fines de explotación sexual crecen con la tolerancia y la complicidad de autoridades", según las mismas palabras de Teresita, que sin duda forma parte del grupo de neo-inquisidores que existe en México, y que tiene la firme determinación de impedir cualquier manifestación del arte que atente en contra de las buenas costumbres, la moral y que además promueva, como según ella es el caso del novela del Gabo, la pedofilia, la depravación, el sexo con menores de edad, y no sé que tantas cosas más.
¡Por amor de Dios, que alguien ubique a Doña Teresa! En verdad que no entiendo como una mujer como ella, que ostenta el puesto de directora en un importante organismo que lucha contra el tráfico de mujeres y niñas, no pueda distinguir entre lo que es una obra literaria latinoamericana de ficción y la realidad de la verdadera promoción de la depravación a costa de los y las menores de edad.
Para empezar, Doña Teresa no ha visto, o no a querido ver, los novelones de Televisa y TV Azteca, en donde las adolescentes enseñan casi todo y actúan en escenas mega sugestivas, y ni quien diga pío. Además, ¿Qué pasa con la pornografía que es legal en México y en el mundo? Las actrices porno cada vez son más jóvenes, y hay miles de filmes donde aparecen vestidas, el poco tiempo que permanecen con ropa, como si fueran unas colegialas viviendo al extremo su adolescencia. Aclaro que eso me han dicho mis amigos más pervertidos, que son quienes ven ese tipo de filmes (jajajajajaja). ¿Que hombre no ha visto algo, o mucho, de pornografía en su vida? Y agárrense todos aquellos que ostentan a toda ley el título de machistas: actualmente un porcentaje muy, pero muy alto de mujeres de todas las edades también está familiarizado con el sexo explícito, ya sea en fotografía o en video.
Memoria de mis putas tristes tiene varios años circulando, y vendiéndose muy bien, en el mercado literario mundial; ya habían tratado de censurarla, primero por el título que escogió El Gabo, y después por el contenido. Bueno ¿Y dónde demonios quedó la libertad de expresión? ¿Qué sigue más tarde, alguien que pretenda que no se filmen películas sobre guerra porque promueven la guerra, que no se permita la publicación de relatos o novelas policíacas sobre asesinatos porque eso despierta en las personas el deseo de matar? Uno se puede dar cuenta de que, si seguimos por esa línea de censura, ni siquiera las novelas rosadas de Corín Tellado se salvarían de las demandas ante la PGR; se puede decir que todo, o casi todo, sería prohibido. ¡Que padre! Estamos de regreso a la Edad Media.
Voltaire fue censurado y repudiado en su época, sobre todo por la iglesia católica, por sus ideas y sus escritos; dos frases suyas defienden la libertad de expresión de todo individuo sobre la faz del orbe:

Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pudieras seguir escribiéndolo.

No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo.

Tal vez la mancha más grave en el proyecto del filme basado en la novela Memoria de mis putas tristes, y que llamó la atención de Ulloa, es el apoyo que se iba a otorgar por parte del Gobierno de Puebla, en específico: del régimen comandado por el gober precioso.
Esperemos que, aunque el Gobierno de Puebla ya retiró el apoyo para la filmación de la película, los productores encuentren pronto otro patrocinador, y que no se dejen doblegar por ninguna persona que, valiéndose de la dirección de una asociación civil importante, censure, prohíba y demande penalmente solo porque sus complejos se ven reflejados en cualquier cosa, en cualquier parte, o en algunas de las diferentes manifestaciones artísticas, como el cine y la literatura.