viernes, 30 de abril de 2010

Día del niño


Hoy, Día del niño, hay que agasajar a los pequeñines que están a nuestro lado, que bullen a nuestro alrededor, que se acercan a nosotros con esa inocencia y bondad aun no destruidas por la cruda situación del país, y del mundo. A los grandes (como los niños nos dicen a los adultos) nos hace mucha falta aprender de los chiquitines, en cuyo corazón, a pesar de nuestros regaños, nunca se aloja, mucho menos enraíza, el rencor; tampoco el deseo de venganza.
Los publicistas, hace algunos años, crearon un comercial muy bueno que difundió la Iniciativa Privada. El spot consistía en la toma de un lindo bebé (que bebé no lo es) que, mientras sonreía, un narrador anónimo de clásica voz melodiosa, decía algo más o menos así: “Este es un buen mexicano, es honesto, no conoce la maldad, ni la corrupción…de ti depende que siga así”. Que palabras tan certeras y tan ciertas. Si bien la genética influye en nuestro temperamento, en nuestro carácter, en nuestro comportamiento, el medio en que nos desenvolvemos y las personas con quienes convivimos a diario marcan hondamente nuestra forma de ser.
Cuidado con lo que decimos y hacemos delante de nuestros hijos, y delante de los niños que se encuentran dentro de nuestro circulo de influencia, porque ellos son como esponjas: absorben todo, para después proyectarlo con mayor intensidad.
Este Día del niño seamos niños nuevamente, y juguemos, disfrutemos, hagamos travesuras, comamos, gritemos, gocemos con nuestros niños y olvidemos por un solo día que somos adultos; esa es la mejor forma para hacer que ellos -y de paso también nosotros- disfruten su día.

jueves, 15 de abril de 2010

Policías trabajando


Tal vez nunca dejarán de asombrarme las paradojas sociales que ejecutamos los mexicanos, los laguneros, y los torreonenses. Años atrás hubo varias movilizaciones sociales, con plantones y toda la cosa, en contra de Met-Mex Peñoles y la contaminación que sus chimeneas escupen hacia el cielo comarcano, envenenando -sobre todo- a los que habitamos la ciudad con el emblema de la torre. Y ni que decir de las colonias pegadas a la planta metalúrgica, que aspiraban, antes de que algunas fueran desalojadas, su vasta dosis de plomo, provocando envenenamiento y nacimientos de bebes sin la necesaria masa encefálica, según las noticias de entonces y las quejas ciudadanas. Las denuncias prosperaron y Peñoles hizo cambios para decrementar sus niveles de fumigación y plomo en el aire en contra de los humanos.
Aunque, según parece, el plomo no se ha resignado; no piensa abandonar Torreón, y tampoco al resto de la Comarca Lagunera. El plomo ha regresado, pero ahora más feroz y sanguinario que antes: en forma de balas. Con esta nueva invasión nadie ha hecho, o no ha podido hacer, nada. En los últimos 12 meses las balaceras, los ejecutados y los asaltos a mano armada han cubierto a La Laguna con la capa de la fama de una de las regiones más peligrosas de México. Incluso gringolandia ha advertido a sus ciudadanos para que, de ser posible, no vengan a Torreón; la advertencia también alcanza a Gómez Palacio y a Lerdo. Y es que los crímenes se han disparado y disparatado cómo si no existieran las autoridades necesarias para detener la bola de nieve, seguida de avalancha tras avalancha de plomo, formada por la violencia y la inseguridad.
Ayer por la mañana, unos fulanos trataron de robar una casa de empeño en el centro de Torreón. Los saqueadores y portadores de armas de fuego, amagaron al guardia de seguridad privada y a los empleados del establecimiento. Uno de los trabajadores activó una alarma silenciosa que dio aviso a la policía que, al encontrase cerca dando el rondín de rutina, llegó de inmediato. Los asaltantes comenzaron a disparar desde el interior del local cuando se vieron copados, y estalló la balacera. El saldo fueron dos ratas detenidas, una más herida y dos muertos, uno de ellos una mujer policía, y el otro una de las enfuscadas y frustradas alimañas. Estos hijos de la guayaba que pretendían solucionar sus problemas económicos a punta de pistola y rociando balas por todas partes, no lograron llevarse el botín, el dinero y las joyas quedaron dentro del local agiotista.
Lo más lamentable es la muerte, en el cumplimiento de su deber, de la mujer policía, Patricia Ruelas, quien además era la segunda comandante de la Policía Municipal. La oficial Ruelas tenía 35 años de edad y deja a su suerte en este miserable mundo a cuatro hijos.
Un pequeño y humilde homenaje ciudadano para la segunda comandante, Patricia Ruelas, desde este espacio. Sí la mayor parte de los elementos que integran los cuerpos policíacos de nuestro país, fueran como ella, nuestra ciudad sería otra. Que digo nuestra ciudad, México entero gozaría de la tranquilidad que todos soñamos.
Nota: Aquí les dejo el enlace donde se puede leer la noticia completa que apareció el día de hoy en El Siglo de Torreón: http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/516188.acaba-asalto-en-balacera.html