jueves, 24 de septiembre de 2009

Dictadura inminente


La historia nos ha demostrado duramente que las dictaduras no son la mejor forma de gobierno para los países. Claro ejemplo de ello es el régimen que tiene, hasta la fecha, amordazada a Cuba; y como no voltear a Venezuela, que es atosigada por Huguito Chávez y su extremista frase “Socialismo o muerte”. Vaya tipos locos de poder que ha dado Latinoamérica en las últimas décadas.
Desgraciadamente, en las elecciones que acaban de pasar a mediados de este año para renovar a La Cámara de Diputados en el Congreso Estatal y en el Congreso de la Unión, el PRI se quedó con la mayoría de los curules, llevándose el carro completo en Coahuila. Las elecciones para Alcalde en Torreón ya están a la vuelta de la esquina, y es muy probable (se puede considerar casi un hecho) que el partido tricolor regrese a las andadas en la Presidencia Municipal de la ciudad observada por Cristo desde el cerro las noas. Lo más triste y preocupante es que los habitantes de lo que alguna vez fue la tranquilísima ciudad de Torreón, no se dan, o no se quieren dar cuenta, del peligro de volver a la dictadura disfrazada que fue el PRI durante décadas, tanto en la metrópoli más conocida de La Laguna como en el país entero. Un gobernador priísta, un congreso estatal con mayoría priísta, y un alcalde priísta, todo sumado nos da una nueva dictadura priísta, que ojalá y fuera para el bien y el desarrollo del estado y, en particular, de la ciudad sede de los Vaqueros Laguna, pero lo dudo mucho. Hay unas tremendas posibilidades de que si pensamos mal, acertaremos.
Mientras son peras o son manzanas, o mangos, o plátanos (son los más probables), hay que votar y no abstenernos de hacerlo, no renunciar a un derecho tan crucial en el futuro cercano de Torreón y de todo México.
No hay nada peor que callar o permanecer neutral ante el caos que prolifera día con día en nuestro país, y en todo el mundo. Lo que menos necesitamos es volver a la dictadura priísta que nos mantuvo ciegos y mudos durante setenta años, al menos que nuestro deseo sea repetir nuestra cruda historia, sufrida la mayor parte del siglo pasado, y esperar otros setenta años para que cambien nuevamente las cosas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario