sábado, 30 de enero de 2010

Las "supuestas" preferencias de Cervantes


La historia que conocemos está llena de incongruencias, faltantes, anacronismos, hipótesis, dudas, y un sinfín de elementos que la hacen ver como si fuera más un espejismo que la verdad de lo que realmente pasó. Así, ironizamos sobre personajes, creamos héroes para luego magnificarlos y subirlos a sus respectivos pedestales, villanizamos y condenamos a los oponentes de quienes admiramos, tomamos como irrefutables hechos de los que -desgraciadamente- poco se puede comprobar. Desde hace algunos años que me no me deja en paz la idea de que hasta los hombres de ciencia más chipocludos pueden estar equivocados. No me cabe en la cabeza que, a través del elemento conocido como carbono 14, pueda determinarse con exactitud, o casi, la edad de artefactos, vasijas, fósiles, momias, y todo lo que soporte una probadita del mentado elemento milagroso. Una idea loca: que tal que los dinosaurios sí existieron junto con el hombre, y el hombre fue quien los extinguió, como ahora trata de extinguirse a sí mismo. Repito, es solo una idea loca, pero ¿Y qué? ¿Acaso hay alguien viviendo en este mundo que haya sobrevivido millones de años para asegurar lo contrario? ¿Ya existe una máquina del tiempo como la descrita por Wells, en la que los hombres de ciencia han regresado a escudriñar épocas remotas para luego volver y escribir la historia?
Mi deseo es dejar asentado que es dificilísimo poseer la verdad del pasado, de la historia, de lo que realmente sucedió. Ahora imaginemos qué tan complicado es conocer la verdadera personalidad de un protagonista de los sucesos que marcaron al mundo para convertirlo en el lugar que ahora habitamos. En nuestro país, gracias a los post-revolucionarios que se quedaron con el timón de la patria, no pocas veces he escuchado que se han sobrevalorado a quienes aparecen como héroes de las luchas armadas, como la guerra de Independencia y la Revolución Mexicana. Verbigracia: Porfirio Díaz es el malo del filme, y Francisco I. Madero, Pancho Villa y Emiliano Zapata los buenos. Que conste que no estoy tratando de revindicar, mucho menos favorecer con mi voto, la dictadura porfirísta, pero más allá de historia narrada en los libros de texto gratuitos editados por el gobierno, las pocas o muchas experiencias que he vivido me dicen que a nadie, absolutamente a nadie, podemos pintar de blanco o tildar de negro. Digamos que no podemos saber, mucho menos imaginar y hacerlo pasar por cierto, si Porfirio Díaz era gay, o tal vez no; o si a Pancho Villa se le ladeaba la canoa (las incontables mujeres del Centauro del Norte desmienten esta irrisoria hipótesis); vayan ustedes a saber.
Esta mañana leí, primero en el llamativo encabezado y después en la nota entera, que Cevantes era gay, así aparece en milenio.com el día de hoy. Un tal Sergio Fernández, al parecer de oficio escritor (?), acaba de sacar un libro llamado El Mediterráneo de Cervantes, su juventud: Italia y Argel, en donde afirma que a Cervantes se le caía la mano y le gustaba la pose de mesero con charola. Como es lógico, no he leído el libro, pero según el artículo que cito, Sergio no se halló algún diario escondido del padre de Don Quijote, ni cartas, ni escritos que confirmen sus preferencias sexuales, este güey simplemente lo imagina basándose en la historia del máximo exponente de las letras españolas. Quizás yo tenga el derecho de tachar de homosexual a mi vecino, y hasta de sacar un libro con mis conclusiones, solo por el hecho de que la vecina, su esposa, siempre trae la cara de enojo, eso (conjetura mía e irrefutable) porque su marido es un gay de closet y no la satisface sexualmente. Con razón el cabrón viste tan a la moda, cuida de su apariencia personal como si fuese un maniquí, y no ha desarrollado una panza caguamera como la mía. Sí, en definitiva es gay; voy a sacar un libro que exponga su caso. Ah, porque además mi vecino es director corporativo de una empresa transnacional, mientras que yo soy solo un anónimo trabajador que la mayor parte del tiempo funge de comodín.
Mis respetos más profundos para la diversidad sexual en hombres y mujeres. Cada quien tiene derecho a elegir sus preferencias sexuales, ya sea que guste de los hombres, las mujeres, o de ambos. Uno, y nadie más que uno, debe de decidir si se quiere ser heterosexual, homosexual o bisexual; porque también solo uno afrontará las consecuencias, buenas y no tan buenas, de esa decisión. Con lo que sí no estoy de acuerdo es en etiquetar a alguien dentro de cierto grupo solo por suposiciones que, por muy lógicas que parezcan, no dejan de ser más allá de eso: suposiciones. Y más cuando han pasado más de cuatro siglos sin que se aluda a una insinuación de que Cervantes era gay, que yo sepa, hasta ahora.
Cervantes es Cervantes, y seguirá siendo Cervantes, sin importar lo que se escriba tratando de macular su nombre. Asombra bastante que la publicación haga referencia al Conaculta y a la UNAM como responsables de la edición y distribución del mentado panfleto, sobre todo por lo que menciono, que Sergio Fernández no insinúa, de acuerdo al artículo de milenio.com, que Cervantes pudo ser gay, sino que lo asegura. Escritores (?) como este cuate llamado Sergio, deberían tratar de dirigir su imaginación para crear algo digno de ser publicado, y no escritos de este tipo que venden más por el morbo que por la calidad de la obra, que carece, incluso, de una buena investigación. Mira que afirmar la homosexualidad de Cervantes colocando como punto de apoyo que algunos de los más grandes escritores y poetas de todos los tiempos han sido gays.
Ahora que lo medito bien, mi tío Roberto era gay, estoy seguro; era buenísimo tocando la guitarra. Cuando le arrancaba notas y acordes a la lira, sus ojos entraban en trance, se veía a leguas que la música le producía un placer inimaginable. Sí, el tío era gay, casi todos los músicos que son buenísimos en la ejecución de su instrumento musical preferido, son gays; mi tío no pudo haber sido la excepción. Ándale, ya saqué al asoleado tendedero las intimidades de la familia.

2 comentarios:

  1. Después de todo, ¿sirve para algo saber las preferencias sexuales de Cervantes? Ahora parece que sigue la moda de ser gay...

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  2. Más bien quieren convidarle la moda de ser gay a Cervantes, Teresa. Y tienes razón: si Cervantes hubiese sido, o fue gay, eso en nada demerita su obra literaria, pero es molesto saber que a quien puede considerarse el padre de la novela moderna en lengua española, y el más grande escritor de todos los tiempos (según los grandes literatos), le adjudiquen preferencias sexuales que no se pueden comprobar y que no se habían insinuado, al menos oficialmente; creo que tampoco historicamente.
    Un beso y un abrazo.

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