martes, 14 de septiembre de 2010

Atracón de letras


Últimamente me he sentido como guachinango en las aguas del Golfo de México, por supuesto que en las corrientes donde no llegó el manchón de petróleo ocasionado por la compañía petrolera británica, o séase como pez en el agua; lo escribo así tratando de darle un toque diferente al pronunciadísimo lugar común. Y es que, debido al diplomado en letras que curso, me he sumergido en un tsunami de libros que me ha inundado de un placer como pocos. No sé si todo aquel que gusta de la lectura, sobre todo de libros, sentirá lo mismo que yo: cómo iniciado en una cofradía secreta del conocimiento. Los libros te permiten entrar en un número ilimitados de mundos, de universos. La cabeza de cada escritor es un universo, y cada universo es un misterio. Parafraseo un dicho muy mentado por mi tío Gerardo, que reza: “Cada cabeza es un mundo y cada mundo es un misterio”. Si la frase no nació de la meditada ocurrencia del tío Gerardo, sabrá Dios de donde la plagió. Lo más curioso del asunto es que los libros son mundos y universos que siempre han estado al alcance de todos, de cualquiera que desee echarse un clavado en ellos, pero somos pocos los que sucumbimos a su llamado.
A varios de los escritores que hemos estado leyendo ya los conocía, algunos solo los había escuchado nombrar, y otros tantos más eran completamente desconocidos para mí, pero hasta ahora todos me han deleitado con sus plumas, con sus maquinas de escribir y, los más modernos, con sus laptops.
En el diplomado nos han puesto a que desarrollemos ejercicios literarios. A partir de hoy voy a empezar a subir a este espacio estos ejercicios. Espero que gusten de ellos y los disfruten tanto cómo yo me divertí al escribirlos.
Aquí, bajo este post, dejo el primero.

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