viernes, 10 de julio de 2009

El regreso del innombrable


Allá por noviembre del 2002, la adicción a los libros y a la lectura cobró una víctima más: a mí. Comencé, como tal vez comienza todo mundo, con un bestseller; adquirí el tomo dos de Caballo de Troya, la serie más famosa de J. J. Benítez. La novela sobre el diario de un coronel retirado del ejercito norteamericano que viaja al pasado, me atrapó, tanto así que -poco a poco- compré, uno por uno, todos los libros de la serie.
Pasé bastante tiempo como cazador de buenos bestsellers, así fue como di con El Código Da Vinci, de Dan Brown; El misterio de Salem´s Lot, de Stephen King; El Alquimista, de Paulo Coelho; y, entre muchos más, Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling, del que voy a comentar un poco.
Recuerdo que ya había escuchado hablar mucho sobre el mago más famoso del mundo, pero no vi la película -al estar de moda- basada en la primera novela, si no hasta mucho después. Varios compañeros del trabajo hablaban maravillas de los efectos especiales de Harry Potter, y de la buena trama en su historia. Cuando supe del estreno del segundo filme del niño mago (Harry Potter y la cámara secreta), no dudé en ir a verla; en efecto, me embelesaron la trama, la imaginación sin límites de la escritora y los efectos especiales. Me propuse conseguir el primer libro, lo encontré en internet, lo bajé, lo leí y quedé hechizado con las historias de J. K. Rowling.
No sé si tú ya habrás leído las novelas o habrás visto todas las películas que hasta ahora se han filmado, pero ambas cosas son fantásticas; claro, como comento en notas anteriores, tanto la literatura que leemos como el cine vemos, son cuestión de gustos.
J. K. Rowling es una pintora de imágenes precisas a través de las palabras: todo cuanto escribe, tú lo lees y lo imaginas nítidamente, como si ya estuvieras viendo la película. Esto ha sido una de las claves de su tremendo éxito, no solo con los niños y jóvenes, sino también con los adultos.
En las novelas de Harry Potter, siempre está presente la amenaza del enemigo mortal del niño mago, Lord Voldemort, quien pretende regresar a los dos mundos, mágico y mugle, para cobrar venganza matando a Potter, y recuperar el poder y su reinado de terror, que perdió en su primer intento por asesinar a Harry cuando era apenas un bebé. Detrás de todas las cosas oscuras y terroríficas que le ocurren a Potter y a su entorno, está tras bambalinas Voldemort o sus fieles seguidores, o ambos. Pasa algo atroz, muere alguien, algún alumno fracasa, los hilos tras las sombras se mueven para presionar o derrocar al ministerio de magia, y el culpable es quien no debe ser nombrado (Voldemort).
Menciono todo esto porque, por lo general, la ficción retrata gran parte de la realidad. Mi mente trajo a mí la imagen y el recuerdo de Lord Voldemort al ponerme a analizar la situación política de México. Desde hace ya algunos años que Carlos Salinas de Gortari, discretamente, comenzó a aparecer en los medios de comunicación: concedió entrevistas, opinó sobre la situación política y económica de nuestro país, sacó a la venta un libro (lleva por título algo así como "La década perdida"); es más, hasta se dio el lujo de asistir a la boda del gobernador de Coahuila, el profesor Humberto Moreira. Recientemente fue tema de polémica nacional (cuando no) al ser nombrado por el también ex-presidente de México Miguel de la Madrid en una entrevista con la periodista Carmen Aristegui, donde el ex-mandatario habló pestes -hasta las chanclas- de Salinas y de todos los Salinas en general, a quienes tachó de rateros, aliados del narco, corruptos y asesinos. Increíble, ¿verdad? Me dan lástima dos cosas: una de ellas, que muy pocos mexicanos siguieron esa explosiva entrevista; y la otra, que en cuanto se dio cuenta Carlitos, se encargó de hacer uso del tremendo poder que nunca perdió e hizo que De la Madrid se retractara. A la par de estos sucesos con Salinas como protagonista, el PRI comenzó a llevar a cabo las estrategias que, hoy por hoy, le han regresado la mayoría en el Congreso Local, Estatal y Federal; además de llevarlo con una fuerza arrasante para poder retornar a los Pinos en el 2012. La mayoría de la gente, al parecer, se encuentra convencida con la tonta -pero efectiva- campaña publicitaria del PRI, donde dicen que ellos SI saben gobernar. Si, como no. Desgraciadamente para las elecciones, México es un país de jóvenes que no recuerdan -o no están enterados- de las atrocidades que hicieron los presidentes y los legisladores emanados del PRI y su dictadura durante los 70 años que disfrutaron del poder. Que pronto se les olvidó a los mexicanos la crisis de 1994, provocada por Carlitos Salinitas y todos los desmadres y matanzas que llevó a cabo durante su mandato, y aun después de estar en el poder. Aunque no soy Panista de hueso colorado, reconozco algunos logros de los últimos dos presidentes cocinados en el partido blanquiazul. La libertad de expresión ha traspasado límites que eran impensables de franquear durante la dictadura del PRI, antes parecía imposible que algún día se pudiera criticar al Presidente de la República en pleno ejercicio de su mandato. También desapareció el presidencialismo, la centralización del poder en un solo hombre. Desaparecieron, o al menos bajaron drásticamente al grado de no notarse, los asesinatos políticos, ya sea a críticos ácidos del sistema de gobierno o de oponentes políticos duros de roer y con posibilidades de derrocar -por medio de las elecciones- al partido en turno. Las elecciones, a su vez, son más transparentes y -a todos los que nos interesa votar- ya no sufrimos tanto con la impotencia de que, aunque participemos en los comicios electorales, siempre quede en el poder quien quiere el actual gobierno, gracias al dedazo y al fraude electoral. Aun nos falta mucho, aun falta una diferencia abismal para que la democracia y la transparencia en México alcancen su auge como ocurre en los países del primer mundo, pero nadie puede negar que el PAN abrió el camino, bien o mal, intencionalmente o por accidente, pero lo hizo. Ahora todo esto está en peligro de perderse al regresar con tanta fuerza el PRI al congreso, y más aun, si el que gana las elecciones del 2012 es de extracción priísta. El poder corrompe, y el poder absoluto ni se diga; además, así como el infiel siempre será infiel, el adicto a la corrupción siempre será adicto a la corrupción, el adicto al poder, siempre será adicto al poder; si no, pregunten a Salinas a que demonios regresó a México. Como Voldemort, Carlitos volvió para vengarse, para destruir a quienes hicieron que tuviera que exiliarse, a recobrar el poder, aunque solo sea tras bambalinas y en las sombras insondables de su partido; y a que el PRI, y él mismo, implanten nuevamente la dictadura que tanto amaban y que creían perdida.

1 comentario: