sábado, 4 de julio de 2009

La depresión, amiga o enemiga


¿Qué hacer cuando uno se encuentra deprimido? En esta condición de ánimo no dan ganas de hacer nada, porque se está triste y abatido, con una especie de cansancio físico y mental que no sabemos de donde diablos salió, y tampoco sabemos cuando ni como chingados se irá. Generalmente a la depresión la acompaña su inseparable amiga “la flojera”. Hay que tener mucho cuidado al entrar en un estado depresivo, es necesario -aunque no fácil- estar alerta, porque si se prolonga demasiado corremos el riesgo de caer en una profunda depresión a la que no podremos desterrar nosotros mismos de nuestra mente y de nuestro organismo y tendremos que buscar (o que alguien nos busque, si es que se dan cuenta nuestros seres queridos más cercanos) ayuda de un profesional. Según he sabido, cuando la depresión nos dura un muy largo período de tiempo, se puede convertir en permanente, en una enfermedad crónica que deberemos de soportar y tratar el resto de nuestra vida, tanto con terapias como con medicamentos, además de que alguien siempre deberá estar al pendiente de nuestra persona, vigilándonos a sol y a sombra.
Se dice que el mejor doctor, el que nos puede proporcionar la medicina preventiva de más alta calidad, somos nosotros mismos; es muy cierto. Las terapias que a mí más me han ayudado, cuando siento que he permanecido deprimido por días o semanas y me doy cuenta de que se me puede volver un hábito, son las que yo mismo he encontrado efectivas; dos de ellas (ya lo habrán adivinado) son leer y escribir. Puedo pasarme horas y horas leyendo, y horas y horas escribiendo, sin notar como transcurre el tiempo; cuando decido descansar de estas faenas intensivas, me siento mucho mejor. Algo que también me funciona muy bien es caminar o hacer ejercicio, pero con música, de preferencia canciones y melodías folclóricas y alegres (rancheras, tropicales, incluso música clásica), para así tener ocupados a la mente y al cuerpo; muchas veces la inspiración me ha llegado con esta sana actividad. Pero aguas, porque si se escogen canciones melancólicas, tristes o combinamos estos dos tipos, puede ser contraproducente: tal vez hagan que te animes a cortarte las venas, literalmente. Otra opción es el ver una buena película, de esas que te tienen al borde de la butaca, o de tu sillón favorito si la rentas en video; también las cómicas (las buenas), mexicanas o extranjeras, son un bálsamo para el fin que se persigue: aplastar a como de lugar la tristeza. Aquí también debo de advertirte que tengas cuidado con lo que ves. Las cintas de superación personal no las recomiendo (a excepción de En busca de la felicidad, con Will Simth, que me pareció buenísima; aunque no sé si entre en este rubro, espero que no), así como tampoco la literatura y el audio con este tipo de temas, ¿Por qué razón? Bueno, pues porque yo ya traté con todo eso y me deprimió más, no conozco el motivo, pero me hundieron más en mi letargo pesimista y depresivo. Ahora, si a ti te funciona el material del You Can, pues adelante; yo solo refiero mi fallida experiencia con el coco wash positivista.
La televisión, además de adictiva, es deprimente, así que mejor evítala. Mucha gente ha eliminado sus trastornos mentales dejándose absorber por su trabajo, intenso y sin tregua, o agarrando una segunda chamba después de terminar a diario con la principal. Dicen que las actividades humanitarias y filantrópicas son excelentes. Toda lucha es válida, pero definitivamente lo mío es leer y escribir.
No puedo negar que la melancolía aguda ayuda en el proceso creativo de un escritor, así como una locura controlada; y digo controlada porque es cierto lo que reza el dicho popular: “De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”. Los escritores estamos más tocadiscos que la gran mayoría, pero somos pacíficos.
Si ya caíste en las garras de la depresión, busca una terapia que te funcione y aferrate a ella, a tu propia terapia. Y si ya de plano estas en una etapa maníaco-depresiva, una de dos: busca ayuda profesional, o vuelvete escritor.

1 comentario:

  1. Existe cierto placer en sentirse triste, no sé cómo explicarlo pero me ha pasado, he caído demasiadas veces en la melancolía -antes así le llamaban a la depresión-. Me pasaba que todo me desencantaba o decepcionaba debido a los ideales tomados de los libros que he leído, hasta que caí en cuenta de que se debe actuar a lo aprendido y aprehender lo que surja de ello. Resumen: menos pasividad ante los sueños propios pero una pizca de realidad.

    Una frase de Truman Capote para los que practican un arte:

    Hoy por hoy ser un artista es un acto de fe; no reporta nada salvo la satisfacción del arte mismo

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