lunes, 17 de octubre de 2011

Los riesgos de leer


La curiosidad hizo, hace poco más de un año, que me enrolara en las filas de amistades virtuales que deambulan en Facebook. Entré a la red social creada por Zuckerberg con el propósito de conseguir contactos de negocios, contactos que hasta la fecha siguen resistiéndose a aparecer. Aun con todo seguiré conservando mi perfil, al menos mientras no me doblegue el deseo de no volver a recurrir al narcótico virtual más consumido del orbe.
Los últimos catorce meses que he frecuentado el Facebook han servido para que me dé cuenta que el sitio, por mucho que se desee hacer algo más dentro de él, no deja de ser un pasatiempo, pero uno que sí logra disipar el tiempo a una velocidad relampagueante gracias a sus dos principales características: inabarcable y adictivo. Puedes pasarte hora, tras hora, tras hora, tras hora, tras hora, tras hora sin llegar a cubrir con la mirada ni un poco de todo lo que han subido y siguen subiendo tus amigos y tus contactos. Divido a los “amigos” en amigos y contactos porque aunque el feis -como popularmente es nombrada la red social por sus miembros acá en México- a todos tus contactos los maneja como amigos, la amistad en muchos de los casos no deja de conservar la virtualidad del sitio mismo donde se dio.
En el feis encuentras de todo, pero las tres cuartas partes o más no pasan de ser basura virtual, razón de sobra para abandonar el lugar. Abundan quienes suben lo primero que les circula por las neuronas: “Estoy a punto de echarme un menudo :D” (foto incluida); “anoche soñé re feo, pero suerte que desperté :)”; “Me dan ganas de mandar a la chin… a mi pareja :S”; “que pedo…”; “Ay wey, se me acaba de salir un eructo de aquellos”; “Chingue a su… me quedé dormida y no voy a llegar a clases”; “onde stas cabrón, q no te dejas ver” (frase escrita en el muro de alguien); “Llovió en la madrugada, pero estaba dormidota y no me di cuenta. Tanto esperar un aguacero pa´ no sentirlo :( ”; “¿?”; “Ya me dio sueño. Me voy a dormir. Hasta mañana a todos”; “Estoy encabronado…”; “una hora en la fila del banco y todavía no llego a la ventanilla”; “estoy triste”; “estoy re contenta”; y un montón de vacuidades más que hacen llegar a la conclusión de que cuando el cerebro se enteró de la existencia del Facebook experimentó una alegría como pocas por la papelera de reciclaje que acababan de crear para él.
Pero no todo lo que hacen circular en el feis son post its desechables similares a esos cuadritos de papel amarillo untados de goma para garabatear recados, también se topa uno con muy buenos contenidos. Hay quienes suben enlaces que te llevan tanto a noticias interesantes como a excelentes artículos. Otros teclean poemas y hasta cuentos cortos, propios o de reconocidos escritores. Algunos escriben frases que se encuentran en los libros que leen (ahí, en ese grupo, entro yo). Algunos más, sobre todo aquellos que tienen relación directa con la cultura y las artes, suben invitaciones a eventos artísticos y las hacen llegar a tu muro o te las envían por inbox, que es una especie de correo electrónico feisbukiano donde recibes mensajes privados. Unos cuantos, sólo unos cuantos, recomiendan libros a través de una pequeña reseña que acompañan con la imagen de la portada, como Daniel Maldonado. Es más, son tan pocos los que suben posts así que Daniel es el único que recuerdo. Es precisamente él quien subió a su muro un texto muy bueno sobre los riesgos de leer, y que también pueden considerarse, sin temor a errar, los riesgos de escribir. El texto me pareció tan bueno que se lo volé a Daniel: lo copié y lo pegué en mi muro. Las situaciones que acechan y embisten cuando se es un devorador de libros llevan por título "10 cosas por las que es malo leer". Esas 10 cosas no se sufren, se disfrutan. Así que si estás decidido a pertenecer a la escasa minoría de la que forman parte los lectores, algunos en un grado obsesivo compulsivo, es importante que conozcas los riesgos que conlleva el hábito de la lectura. Va el texto.


10 cosas por las que es malo leer

Todos deberían saber que leer tiene sus riesgos:

1.- Quienes leen mucho acaban ciegos. Primero son esas gafitas de intelectual, luego las de culo de vaso y acabas como Galdós y Borges, contratando a una tierna manceba que te lea a los pies de la cama.

2.- Quienes leen mucho acaban trastornados. Como don Quijote, o Cela. Una alumna mía me decía que hay por ahí un tonto ambulante que se quedó así de tanto estudiar. Al parecer se tomaba todo tipo de psicotrópicos para mantenerse despierto mientras leía y leía.

3.- Leer agota tu economía. Los libros son caros y no se pueden bajar con el emule. Los que están en Internet son clásicos y por tanto largos, así que si los lees en la pantalla todavía te quedas más ciego (ver punto 1).

4.- Leer complica la vida doméstica. Acumular libros se convierte en una obsesión que requiere espacio, metros de estanterías desordenadas, dolorosas cajas en el trastero, mesitas de noche polvorientas… Con la amenaza de cónyuges o hijos: Elige, los libros o nosotros. Y esa pregunta estúpida de las visitas no lectoras: ¿Te los has leído todos?

5.- Leer complica la vida amorosa. ¿Todavía estás leyendo? Pues me duermo…

6.- La lectura suele ser fuente de toda infelicidad. Quienes no leen no tienen más punto de vista que el que les ofrece su cadena de televisión habitual, su peluquero, su estanquera o su compañero de cañas. No necesita contrastar visiones distintas de un hecho, ni ponerse en lugar del otro. Asume que la realidad es plana. Y es feliz.

7.- Los libros generan frustración. La lectura te muestra vidas que nunca llegarás a vivir y lugares que nunca conocerás. Te permite imaginar a los personajes y lugares de las historias del modo que tú quieres. Luego vienen los de Hollywood y te plantan al guapo de turno en unos paisajes de Nueva Zelanda que te cagas, y ya está, tu gozo imaginado en un pozo, porque cómo les explicas tú a los espectadores de la sala que lo que tú habías imaginado era mejor.

8.- La lectura es algo lento y repetitivo. A ver, ¿Qué ha cambiado en la lectura en los últimos dos o tres milenios? ¿Leemos más rápido? ¿Se lee a través, renglón sí, renglón no? Nada. Siempre igual, una línea detrás de otra. Y encima hay que esperar más de una hora (una semana, un mes) para que nos cuenten el encuentro amoroso de una pareja, el remordimiento por un crimen, la frustración por una vida anodina, la conquista de una libertad.

9.- Leer no sirve para obtener admiración. Por si alguien no se ha enterado, ser buen lector no cotiza en la bolsa de la vida social. Que alguien cite a buenos lectores que salgan en la tele: … (silencio prolongado). Antes, con lo de mayo del 68 y todo eso, aun se ligaba citando a Camus, a Brecht, a Quevedo. Pero ahora, como no cites a Jaime Peñafiel…

10.- La lectura no está al alcance de todos. Digan lo que digan, el placer de leer está reservado a unos pocos. Son esos pocos los que gozan casi pecaminosamente cuando descifran un clásico, cuando sienten las pasiones que se imaginaron hace siglos para que les lleguen a ellos casi en exclusiva, cuando se quedan varios días en estado de shock después de leer buenas novelas, cuando se estremecen leyendo un poema, cuando lloran o ríen entre líneas, cuando recomiendan furtivos lecturas que no se venden en Carrefour, cuando no pueden salir de casa sin un libro en el bolsillo, cuando miden sus vidas por los libros que leyeron en cada época… Son una élite, peligrosa y exquisita, que procura captar miembros para su secta, pero que también sabe que muy pocos serán los elegidos. ¿Lo eres tú?


El texto "10 cosas por las que es malo leer" y la foto en este post son cortesía de Guerrilla Comunicacional México y fueron bajados del muro de Daniel Enrique Maldonado Sánchez en Facebook.

2 comentarios:

  1. Existe el riesgo de aprender y aprehender conocimiento, sólo eso.

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  2. Así es, Teresa. Subí este post con las "10 cosas por las que es malo leer" por la ironía y el sarcasmo que encierra cada punto. Creo que la intención del texto es provocar la risa en el público no lector, aunque también la causa en el que sí lee, y acercarlo a los libros.
    Un beso y un abrazo.

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