miércoles, 19 de mayo de 2010

La importancia de las madres mexicanas


El ajetreo diario, como menciono en el post anterior, me ha traído de un ala en los últimos veinte días, tanto que no publiqué nada el Día de las Madres, día que, si bien no aparece en el santoral oficial del Vaticano si se encuentra en el santoral de todos los mexicanos. ¿Qué mexicano no cree fervientemente que su madre es una santa? Podremos soportar todo y de todo, pero no una mentada, mentada que muchas veces a acabado con la amistad de años, con la buena relación entre familiares, e incluso, entre desconocidos (cómo cuando un chimpancé con licencia de chofer se nos cierra mientras conduce un taxi o un autobús), una mentada a acabado en una cruenta pelea callejera, y hasta en tragedia. Lo más importante para el mexicano es su mamá, y después el fútbol, pero primero su mamá. Tal vez por eso es tan popular la Virgen de Guadalupe, a quien la mayoría de este país considera su madre, quizás adoptiva, pero su madre. Y cómo no hacerlo, sí las autoridades católicas oficiales le han atribuido a la Virgen del Tepeyac palabras donde ella dice a Juan Diego: “…No estoy yo aquí, que soy tu madre”.
Considero que es bueno querer, amar con fervor a nuestras madres, ya sea que aun estén con nosotros o que ya se nos hayan adelantado cruzando la puerta del insondable más allá. Lo que si me parece que va en contra de nuestra evolución natural como personas dentro de los círculos que nos rodean y forman parte de nuestras vidas, es el padecimiento llamado popularmente mamitis, o séase que no cortaron, o no cortamos, el cordón umbilical. La mamitis es una de las peores enfermedades que un ser humano pueda padecer, porque merma en un nivel altísimo la calidad de las relaciones interpersonales y el desarrollo de la independencia. Algunos creerán que este padecimiento ataca más a las mujeres que a los hombres, pero no; la mamitis les da de catorrazos a ambos por igual. ¿Quién no conoce a una mujer que no toma una solo decisión si antes no pidió el consejo de su madre para después hacer lo que la hacedora de sus días decidió? ¿Quién no conoce a un hombre que hace exactamente lo mismo? Aquí lo peor de todo es que muchas de las personas que portan los síntomas de esta patología son casadas; pobres parejas, pobres conyugues. La mamitis, cómo toda enfermedad, ataca sin discriminación a todo mundo, poco importa el nivel económico, cultural o intelectual que se tenga. Manuel Acuña y Jorge Luis Borges padecieron y sufrieron la mamitis. Si no lo creen, lean el poema más famoso de Acuña: Nocturno a Rosario; y de Borges aviéntense una buena biografía. Del monstruo literario argentino también recomiendo ver la película “Un amor de Borges”, que aunque no me gusta la personificación que el actor hace del autor de Ficciones, el largometraje muestra una influencia muy marcada de la madre hacia la futura leyenda de las letras argentinas.
Intentemos agasajar, sin dar entrada y permanencia a la mamitis, a nuestras madres todo el año, siempre, en cada momento y no solo el 10 de Mayo; ellas se lo merecen. Espero que este Día de las Madres que acaba de pasar, todos hayan hecho un poco, aunque sea un poquito, más felices a sus mamás.
Una felicitación muy grande y de todo corazón a todas aquellas mamás mexicanas, y a todas aquellas mamás del orbe, que entregan su vida en hacer que sus hijos sean un buen legado para el mundo, que tanta falta hace en estos tiempos.
Este post está dedicado a mi mamá.

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