lunes, 2 de noviembre de 2009

Día de Muertos


El día de hoy hizo honor a su nombre: estuvo muerto. Las calles, como pocas veces, carecieron del tráfico brutal que las invade a diario, donde cruzar de una acera a otra, más si se trata de un bulevar, es toda una aventura temeraria, y hasta suicida.
Es increíble la cantidad de movimiento y actividad que producen las escuelas de los diferentes niveles académicos, desde el jardín de niños hasta la universidad. Este lunes fue inhábil, según lo marca el calendario escolar de la SEP en el Estado de Coahuila; agreguemos que mucha gente no visita los panteones durante el año más que el dos de noviembre, que mucha gente no trabajó, sobre todo en las oficinas gubernamentales; todo junto nos dio una ciudad en reposo, en un reposo mayor que el que se da los domingos.
En años pasados solo trabajamos medio día en la empresa, para eso de las dos o tres de la tarde ya éramos libres como pájaros cada Día de Muertos. Este año fue diferente: tuvimos que presentarnos en la oficina también por la tarde, aunque la mayor parte de nosotros no tuviéramos más actividad que vernos las caras, platicar los unos con los otros y hacer como que trabajábamos. El negocio se solidarizó con los festejados: estuvo muerto desde la apertura hasta el cierre, de las nueve de la mañana a las siete de la tarde; ni siquiera un triste despistado dirigió sus pasos hacia la sala de ventas. Quizás en los demás departamentos si hubo trabajo, como en el caso de contabilidad, sistemas, seguridad y limpieza, áreas donde raramente no hay algo que hacer; pero en ventas es totalmente diferente.
No me gusta ser trágico, negativo o poco entusiasta, pero es tan simple como que hay o no hay clientes; esto último gobernó el día de hoy, a eso se suma el manto oscuro de la crisis económica, que nos sigue cubriendo, no cede y al parecer no tiene contemplado ceder, no al menos para México.

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