La mayoría de la gente sueña con el fin de semana desde el mismísimo lunes; planean irse de día de campo, descansar un poco (si es que esto aun es posible), vegetar sobre su sillón favorito (algo prácticamente imposible), reparar algo que tiene tiempo esperando ser atendido en la casa, ver una o unas buenas películas -o simplemente ver unas películas, aunque no sean buenas-, incluso hacer un poco de todo esto, en fin, algo así y muchas otras cosas más. En el caso de los adolescentes o los jóvenes recién entrados en la edad donde ya se pueden tomar la foto para la credencial de elector, quizás la idea de un buen fin de semana consiste en reventarse desde el jueves, hacerlo también el viernes y sábado, y culminar con un crudo domingo de inercia recuperadora. Mientras el cuerpo aguante, y también nuestros padres, cada quien es libre de elegir en que consumir sus 48 horas consideradas entre la noche del viernes y el crepúsculo del domingo.
Mi sueño utópico para el fin de semana es -y siempre ha sido- dedicarme a leer y escribir todo lo que de lunes a viernes me es muy difícil o imposible por el poco tiempo del que dispongo estos días. Tal vez a algunas personas les parezca una idea propia de un nerd o de un gusano de biblioteca, pero para mí es algo que con gusto haría todos los días. Cuando amas las letras, cualquier tiempo dedicado a ellas es poco. Sé que tendría que comer y, para despejarme un poco mientras concibo nuevas y frescas ideas, quizá salir a caminar. También me emborracharía con mi marca favorita de cerveza o con mi tequila preferido, o incluso con ambos; solo para probar si es cierto que la inspiración muchas veces llega con el estímulo del alcohol, como lo refieren Faulkner y Hemingway. Escribiría de día y leería de noche, leería de noche y escribiría de día; haría las cosas según como me apeteciera hacerlo. Yendo al extremo (idea que acaricio en cada momento), dedicaría mi vida a estas actividades (leer y escribir; al alcohol prefiero tenerlo a raya y utilizarlo como los medicamentos: solo en caso de ser necesario). Tengo otras aficiones que me apasionan bastante como: escuchar buena música, arrancarle acordes y melodías a mi guitarra (uno de mis sueños de la adolescencia era convertirme en un músico profesional), pasar una buena velada en algún rincón bohemio (lo menciono sin intención de publicitar el lugar), ver una buena película, y algunas otras cosillas que me provocan un cosquilleo que me dice "hazlo" cada vez que pienso en ellas; pero nada como la literatura. Este blog nació de mi PASIÓN POR LA LITERATURA.
El día menos menos pensado me invento un viaje largo para darme un encerrón en algún motel de la región y así poder materializar mi sueño utópico; solo es cuestión de programar bien el tiempo y- lo más importante- reunir el dinero necesario para adquirir el respirador artificial que requiere mi obsesión; siempre con la esperanza de que, un día no muy lejano, pueda respirar por sus propios medios.
La llamada de un cliente, el llamado de mi jefe, una cartera vacía, una crisis dictadora y sanguinaria que absorbe todo y a todos a su paso como insaciable troglodita, o cualquier golpe más de la vida, directo a la cabeza, me devuelve a la realidad, una realidad que -no en pocas ocasiones- me parece un infierno dantesco, con la leyenda "perded toda esperanza los que entrad" grabada en el dintel de la entrada.
Sin afán de tocar y promocionar el tema de la superación personal (pienso que cada uno de nosotros nos superamos cuanto nos da la gana sin necesidad de que se nos diga), está dentro de mi programación luchar por los sueños que me quedan, hidratarlos día con día y no claudicar a pesar de tener que cargar con las broncas diarias, cual Pípila, sin soltar la antorcha encendida.
Yo hago mi pequeño sueño utópico realidad por una hora cada día, para no sentir que fueron horas desperdiciadas.
ResponderBorrarUn poco de organización nomás.
La forma correcta de escribir, si en verdad te mueres por escribir, es como tú lo haces Teresa. Habrá veces en que se tendrá que sacrificar un rato de ocio, o un programa de televisión, o que sé yo; pero al final valdrá la pena.
ResponderBorrarLo mismo ocurre con la lectura.
Aunque yo sigo soñando con mi utopía del fin de semana, para que no sea solo una hora -poco más, poco menos- y poder embriagarme de letras hasta perder la noción del tiempo.
Hola, Rulfiano:
ResponderBorrarGracias por tu comentario en mi blog, me preguntas sobre cómo poner un contador de visitas. Bueno, yo uso el StatCounter (www.statcounter.com) donde te tienes que registrar para hacerte una cuenta y un perfil de usuario es fácil das tus datos y el nombre de tu blog, te va guiando paso a paso. Al final, cuando ya hayas completado el procedimiento te da el código en HTML que debes pegar en tu blog. Durante el proceso está la opción de elegir entre Unique visits only y Every pageload, escoge la primera para que no cuente las veces que tú mismo entres a tu página.
En tu blog, entra a Editar perfil >> Escritorio >> Diseño >> Añadir un gadget >> HTML/Java, en este último aparece un cuadro de diálogo donde insertas con copiar-pegar el código que te dió el Statcounter, guardas los cambios y sería todo. Tendrás un contador en tu blog.
Cualquier cosa, ya sabes. Saludos